Hoteles en Martinica

Descubre Martinica

El mejor momento para visitar Martinica depende mucho de lo que buscas. Si prefieres el clima cálido y seco, de diciembre a mayo es ideal, con temperaturas que rondan entre los 25-30°C. Eso sí, tienes que tener en cuenta que es temporada alta y los precios pueden estar por las nubes.

Si quieres empaparte de la cultura local, los festivales de música criolla y los carnavales llenos de color son especialmente destacados en la temporada baja, que va de junio a noviembre. Además, si lo tuyo es el surf o los deportes acuáticos, en estos meses las olas son más grandes y las sensaciones mucho más intensas.

En cuestión de precios y disponibilidad, la temporada baja te ofrece más opciones a precios más económicos en alojamientos, aunque también es verdad que te arriesgas a más días de lluvia.

Planificar tu viaje a Martinica tiene su truco si quieres conseguir buenos precios y opciones. Hacer tu reserva con al menos cuatro meses de adelanto es una gran idea, especialmente para la temporada alta entre diciembre y mayo. Los hoteles cerca de las playas se llenan rápido, así que mejor cuanto antes.

Un consejo para Martinica: optar por alojarte en zonas menos turísticas pero bien comunicadas puede resultarte muy económico, sin renunciar a la calidad. Además, volar entre semana suele ser más económico que los fines de semana.

Si lo tuyo son las aventuras y no te importa el clima, la temporada baja es tu momento: mejores precios y más disponibilidad, aunque debes estar dispuesto a soportar algún que otro chaparrón.

¿Te apetece descubrir lo mejor de Martinica? Comencemos con Les Salines, una playa espectacular con arena blanca y aguas cristalinas, perfecta para relajarte o practicar snorkel. Pero no solo de playas se disfruta en Martinica; en la zona norte, el Monte Pelée te espera con rutas de senderismo que te dejarán con la boca abierta.

Si lo tuyo es la cultura, no puedes pasar de largo de la capital, Fort-de-France. Aquí te toparás con la Catedral de San Luis y la Biblioteca Schoelcher, dos joyas arquitectónicas. Y reserva un rato para degustar el ron local, que aquí es toda una institución.

Para los amantes de la naturaleza, los Jardines de Balata son una visita obligada. Imagínate un edén de flores tropicales y árboles exóticos. Es como entrar en otro mundo. Y si te atrae el riesgo, ¿qué te parece una inmersión en el Diamond Rock? Este peñón en medio del mar es un punto excelente para el buceo.

Para acabar con algo más sosegado, nada supera a una travesía en barco por la bahía de Fort-de-France, el lugar ideal para capturar las mejores fotos del atardecer. Así que ya ves, Martinica es mucho más que playas; es una isla que lo tiene todo.